¿Sirve para algo aprender cosas de memoria en la era digital?
¿Cuántos números de teléfono de tus amigos y familiares te sabes de memoria?
Pregunto porque, cada vez más, delegamos la tarea de recordar ese tipo de información a nuestros dispositivos electrónicos… ¡y qué alivio es!
Pero, ¿qué les parece la idea de permitirles a los estudiantes valerse de buscadores en internet durante sus exámenes?
El temor inmediato es que baje el nivel de la educación.
Aunque, ¿se acuerdan de que hace un tiempo había un debate similar respecto a las calculadoras?
Pues ese aún no se ha resuelto: en algunos lugares se permiten y en otros, no; en algunos momentos las han podido usar y en otros, no.
Y lo mismo ha pasado con los diccionarios.
¿La respuesta correcta?
El dilema de fondo es sobre la delimitación de fronteras entre el conocimiento y la comprensión, entre conseguir información y manipularla.
Y cuando se trata de buscadores, el rompecabezas es digital.
Imagínate por un momento el equivalente predigital: permitir que los estudiantes deambulen por una vasta biblioteca.
Sencillamente, no habrían tenido el tiempo suficiente para encontrar todas las referencias necesarias y retornar a sus escritorios a completar el examen.
Ahora toda esa información está en la punta de nuestros dedos.
Pero, ¿será que el acto de memorizar y luego recordar información moldea nuestro cerebro de una manera distinta?
Los científicos están cada vez más interesados en la plasticidad del cerebro humano y cómo su estructura física se altera dependiendo de cómo lo usamos.
El aprendizaje requiere esfuerzo, y el uso de ese conocimiento podría alterar sutilmente el desarrollo mental.
Uno de los estudios más conocidos fue hecho con los conductores de los famosos taxis negros de Londres, quienes tienen que memorizar 25.000 calles para que les otorguen la licencia habilitante.
El proceso les toma entre dos y cuatro años y muchos pierden el último examen, conocido como «The Knowledge» (El conocimiento), debido a su dificultad.
Investigadores del University College London (UCL) estudiaron en 2006 los cerebros de 79 conductores de taxis en entrenamiento y 31 conductores ordinarios, registrando datos de quienes pasaban y fracasaban en The Knowledge y quienes nunca estudiaron.
La muestra era pequeña.
No obstante, después de cuatro años encontraron que la estructura del cerebro de los conductores de taxis se había alterado, pues tenían más materia gris en parte del hipocampo.
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Hipocampo
- La parte del cerebro involucrada con la formación de recuerdos, organización y almacenamiento.
- Tiene forma de herradura, con una parte en el lado izquierdo del cerebro y otra en el derecho.
- Envía memorias a la región apropiada del cerebro para el almacenamiento a largo plazo y las recupera cuando son necesarias.
- Con la enfermedad de Alzheimer, el hipocampo es una de las primeras regiones del cerebro que sufre daños.
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Así que, al parecer, si aprendemos y recordamos grandes cantidades de información, nuestros cerebros cambian.
Pero eso no es todo
La era digital también está planteando interrogantes filosóficos más amplios sobre la memoria.
¿Cuánto necesitamos recordar si una máquina lo puede hacer por nosotros sin mucho esfuerzo?
Para algunos, como Mark Dawe, director de la Comisión de Exámenes de Cambridge, Oxford y la Real Sociedad de Arte de Reino Unido, hay cosas más importantes que saberse todo de memoria.
Si se empezara a permitir el uso de computadoras en los exámenes para conseguir datos en el futuro, sencillamente los exámenes tendrían que cambiar.
«Los exámenes tienen que ser mucho más que una prueba de memoria», opina Dawe.
Piensa que deben valorar la habilidad de interpretar y analizar información, de manera que el uso de buscadores no presentaría ningún problema.
Quienes examinan tendrían que encontrar la manera de distinguir entre aquellos estudiantes que sólo regurgitan información y los que pueden demostrar cuánto entendieron realmente.
Eso podría significar, por ejemplo, pedirle al estudiante que investigue temas nuevos en los exámenes para ver si selecciona las fuentes apropiadas y evaluar cómo aplica lo que ya sabe.
Pero los escépticos consideran que esto devaluaría la función tradicional de los exámenes y cuestionan cuán efectivos podrán ser este tipo de pruebas.
Con el uso de tabletas y teléfonos inteligentes en aumento, el debate continuará.