Las crisis de vértigo pueden ser incapacitantes

El vértigo es una sensación de movimiento, ya sea del paciente o del ambiente que le rodea, afectando esto el equilibrio de la persona que lo padece.

Claudio D’ Óleo, coordinador de la Unidad de Otorrinolaringología de los Centros de Diagnóstico, Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat), dice que existen dos tipos de vértigo: periférico (en relación con el oído) y central (en relación con el sistema nervioso central).

Explica que el periférico puede tener relación con una parte del oído interno que controla el equilibrio. Estas áreas se denominan laberinto vestibular o canales semicirculares.

El problema también puede involucrar el nervio vestibular. Este es el que conecta el oído interno y el tronco encefálico.

Al hablar del vértigo periférico destaca que puede ser causado por: vértigo posicional paroxístico benigno o VPPB (sensación de movimiento con los cambios de posición), inflamación del nervio vestibular (neuronitis), enfermedad de Mèniére (patología crónica del oído interno que genera una acumulación excesiva de líquidos que dilata sus membranas), hipofunciones o hiperfunciones vestibulares y laberintitis. Menciona, además, presión en el nervio vestibular, provocada, por lo general por un tumor no canceroso, como meningioma o schwanoma, ciertos medicamentos como antibióticos.

Sobre el vértigo central, dice que se debe a un problema en el sistema nervioso central, por lo regular en el tronco encefálico o la parte posterior del cerebro (cerebelo).

Los síntomas

Refiere que el principal síntoma es una sensación de que usted o el lugar donde se encuentre se está moviendo o girando.

La sensación giratoria puede estar acompañada de lo que denomina cortejo neurovegetativo, que se manifiesta en forma de náuseas, vómitos, sudoración fría y profusa o palpitaciones.

D’ Óleo sostiene también, que dependiendo de la causa, otros síntomas pueden incluir: problemas para enfocar la vista (pero nunca visión borrosa persistente ni visión doble), pérdida de audición en un oído, pérdida del equilibrio y acufenos (zumbido en los oídos).

“Si usted tiene vértigo debido a problemas en el sistema nervioso central (vértigo central), puede presentar otros síntomas, que incluyen, pérdida del conocimiento, pérdida de la movilidad de alguna de sus extremidades, visión doble (diplopía) y mala articulación del lenguaje (disartria)”, afirma el otorrinolaringólogo.

Diagnóstico

Entre las pruebas y los exámenes que se pueden realizar para llegar a un correcto diagnóstico, la principal arma es la anamnesis, examen realizado por su médico especialista en la consulta, basado únicamente en su historial clínico, ya que es el punto de referencia principal que ayudará a establecer un diagnóstico preciso.

Seguido de esto, se procede con el examen físico, el cual es muy importante, debido a que durante este se pueden manifestar: problemas para caminar por la pérdida del equilibrio, problemas con el movimiento de los ojos o movimientos oculares involuntarios (nistagmo), pérdida de la audición, falta de coordinación y equilibrio.

Destaca, además, que existen estudios en los que el médico puede apoyarse, entre ellos análisis de sangre, estudios de audición (audiometría tonal y timpanometría), videonistagmografías (estudio de la función del sistema vestibular mediante registro de cámaras de alta definición.

La línea de tratamiento

“El principal problema de cara al tratamiento es que la mayoría de los pacientes que viene a consulta están tomando algún tipo de medicación, ya sea por decisión propia o por que han visitado a un sin números de especialistas que de igual manera pautan medicación”, destaca D’Óleo.

Sostiene que si el problema es de causa central, debe ser diagnosticado y tratado lo antes posible.

Si el cuadro coincide con un episodio de vértigo periférico, el especialista puede ayudarle indicando el tratamiento adecuado, que en la mayoría de las ocasiones no pasa por tomar ninguna medicación.

Para ayudar con la desaparición del vértigo posicional paroxístico benigno, se realiza la maniobra de Epley, que consiste en colocar la cabeza en diferentes posiciones para restablecer el órgano.

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