Nicaragua cumple 39 años de revolución en medio de crisis

AP
MANAGUA

La revolución sandinista liderada por Daniel Ortega cumplió ayer su 39 aniversario en medio de una ola de protestas reprimidas con violencia que han dejado más de 250 muertos y han supuesto para el exguerrillero y actual presidente comparaciones con la tiranía de la familia Somoza.

Ortega, que regresó al poder en 2007 después de tres derrotas electorales consecutivas, enfrenta una profunda crisis política que detonó el 18 de abril tras una fallida reforma al seguro social que tras la muerte de manifestantes derivó en la demanda de su salida anticipada del poder.

«La revolución está más viva que nunca», dijo a The Associated Press Arelia Membreño, habitante del barrio Laureles Sur, quien afirmó que a pesar de los errores Ortega ha hecho un gobierno para los pobres. «A mí me dieron crédito, becas para una hija y la calle que antes era de tierra frente a mi casa hoy es de pavimento, por eso lo apoyo», afirmó la comerciante de 32 años.

Su respaldo contrasta con el rechazo a Ortega de los últimos tres meses que se ha manifestado en las calles de Nicaragua con enormes concentraciones y marchas, bloqueos viales y una gran presión interna e internacional con resoluciones como la adoptada por la Organización de Estados Americanos (OEA), que condenó al Estado por las muertes, pidió el desarme de los grupos paramilitares afines al gobierno e instó a buscar una salida pacífica.

Ciudades como Masaya, León, Estelí, Matagalpa y los barrios orientales de Managua, que fueron bastiones de la lucha contra la dictadura de Anastasio Somoza, se han levantado contra Ortega, que ha calificado las protestas como un intento de golpe de Estado.

El gobernante ordenó a inicios de julio una ofensiva para «liberar a las ciudades» de los bloqueos que llegaron a cubrir el más del 50% de las vías en el país, muchas de ellas de importancia para el tráfico internacional y el traslado de la producción local.

«Vamos avanzando en la liberación de nuestro territorio. Estamos asumiendo como gobierno la reconstrucción de la paz que nos quisieron arrebatar», expresó su esposa, la vicepresidenta y vocera del gobierno Rosario Murillo.

La liberación a la que se refiere Murillo consiste en caravanas de policías antimotines y fuerzas paramilitares que a fuerza de balas y violencia han abierto las vías y han permitido recuperar bastiones simbólicos como el barrio Monimbó, en la ciudad de Masaya, donde los nicaragüenses se alzaron contra Somoza a fines de los 70 como parte de la revolución.

«Nunca pensé ver a Daniel convertido en un dictador, menos en un criminal que quiere quedarse en el poder a sangre y fuego», dijo a AP el analista político Julio López Campos, un antiguo guerrillero que fue muy cercano a Ortega y hoy es crítico del gobernante.

El gobierno ha convocado para este jueves a una concentración en la capital tal y como lo ha hecho en los últimos 38 años desde la caída de Somoza. Se espera que Ortega reaccione a la resolución de la OEA.

El mismo jueves por la tarde, el presidente venezolano Nicolás Maduro, un estrecho aliado de Nicaragua, afirmó que el gobierno de Ortega derrotó el «plan terrorista y golpista», y dijo en su cuenta de Twitter que el país centroamericano es víctima de «agresiones imperialistas».

En contraste, bajo la consigna «Ortega y Somoza son la misma cosa», un puñado de integrantes de la organización política denominada «Partido Socialismo y Libertad» acudió el jueves a la Embajada de Nicaragua en el este de la capital venezolana para manifestar su respaldo a la lucha los opositores nicaragüenses y condenar las acciones de represión de las protestas.                  Los manifestantes se apostaron frente a la sede diplomática con un cartel en el que leía «Abajo Ortega».

Horas después, tras un encuentro en Nueva York con el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, el canciller nicaragüense Denis Moncada dijo en breves declaraciones a la prensa que se abordó la situación en el país centroamericano.

«Hemos hablado de la necesidad del cese a la violencia en Nicaragua, de restablecer la seguridad, la estabilidad, la paz, de continuar con el diálogo como una forma de solucionar la situación interna de Nicaragua, en fin, esos temas de carácter general, en un sentido muy positivo». No dio más detalles. Afuera, en la entrada de la organización, unos 40 nicaragüenses protestaban con banderas de su país.

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