K´cho: el crítico de internet que abrió la primera red wifi en Cuba

Alexis Leiva Machado, conocido como K'cho, cuenta con obras expuestas en el MoMA, pero vive en Cuba. Allí ha abierto centros culturales en los sectores más populares.
Alexis Leiva Machado, conocido como K’cho, cuenta con obras expuestas en el MoMA, pero vive en Cuba. Allí ha abierto centros culturales en los sectores más populares.

Fue la última aparición pública de Fidel Castro. Decidió marcar una fecha histórica inaugurando la galería de un amigo.

Cuando se cumplían 55 años de la entrada del ejército revolucionario a La Habana, el octogenario líder cambió la Plaza de la Revolución -el sitio de sus históricos discursos- por un espacio cultural: el estudio del internacionalmente galardonado artista cubano Alexis Leiva Machado, K’cho.

Fidel y K'cho
La última visita pública de Fidel Castro fue a la inauguración del taller de K´cho en enero de 2014.

Un año después del rimbombante lanzamiento, K’cho revolucionó la propia revolución introduciendo un elemento hasta el minuto inaccesible para el cubano medio: el primer punto público de acceso gratuito a wifi en su centro cultural.

K’cho utilizó su propio acceso a internet, aprobado por el gobierno, para alimentar el hub. Operar un servicio de estas características en La Habana cuesta unos US$900 mensuales.

«Mi interés es que el arte, el conocimiento, destruya tabúes, limitaciones, abran puertas y haga que la gente crezca. Wifi es un punto de la evolución, de la tecnología humana que tenemos que aprender a utilizar», le dice K’cho a Will Grant, corresponsal de la BBC en Cuba.

Lea también: ¿Por qué no es universal el acceso a internet en Cuba?

El escultor de balsas que vive en La Habana

Cuando habla K’cho, se le escucha. Es uno de los pocos artistas plásticos cubanos que ha desarrollado una prodigiosa carrera internacional y sigue radicado en la isla.

De padre carpintero y madre artista popular, Leiva ha dedicado parte importante de su trabajo a desarrollar el arte a los sectores más populares. El centro cultural inaugurado por Fidel Castro queda en Romerillo, uno de los barrios más humildes de La Habana.

Taller de K'cho
El taller de K’cho se encuentra en uno de los barrios más humildes de La Habana, Romerillo.

Quienes lo conocen aseguran que es extrovertido y dueño de una fuerte personalidad.

«K’cho es un creador bastante conflictivo en su personalidad, pero sólido en su obra», le explica a BBC Mundo Israel Moleiro, director de la Latin Art Core Gallery de Miami.

Su trabajo se centra en la migración, con sus características esculturas de balsas, que muchos asociaron al principio de su carrera en 1990 a la emigración de cubanos a Miami.

Pero el artista y hoy miembro de la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento cubano) no tarda en aclarar que su obra no tiene nada de antirrevolucionaria.

«Yo soy un producto 100% de la revolución y soy 3.000% revolucionario. Que nunca nadie lo dude, que yo todo lo que hago lo hago por la revolución y para la revolución», le dice a la BBC.

Al principio su trabajo era poco conocido en las galerías de arte de la isla. «A ningún pintor sin fama, en ninguna parte de Cuba se le abren las puertas», explica Moleiro.

Pero su gran salto a las ligas internacionales llegó al ganar la Bienal de Kwangju en Corea del Sur en 1995. Tenía 25 años.

Y tras la bienal, esas puertas se abrieron de golpe para el joven talento. Dos de sus obras fueron adquiridas por el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).

¿Un padrino, un padre o una inspiración? K’cho tiene una estrecha relación con Fidel Castro.

El propio Fidel Castro escuchó de su trabajo y lo apadrinó. «Es como un hijo para él», asegura Moleiro.

Además, en esos años en Cuba ocurría otro fenómeno que ayudó a impulsar la carrera de K’cho.

«Hay que reconocer que desde el principio a él le fue muy bien. Pero también ocupó un espacio que le dejamos la generación de nosotros que nos fuimos de Cuba», le explica a BBC Mundo Gustavo Acosta, artista cubano radicado en Miami.

Internet peligroso, wifi revolucionario

Según el propio K’cho, su iniciativa de wifi gratuito es también «una obra de la revolución». El primer punto de internet inalámbrico y gratuito del país.

Por años el acceso a internet en la isla estuvo limitado a hoteles, cuyos usuarios pueden acceder a una red muchas veces lenta o no inalámbrica por unos US$10 la hora. Luego se desarrollaron cibercafés, donde la hora cuesta unos US$4.50, el salario semanal de un cubano promedio.

«En ocasiones es un poco lento, pero a todos nos parece bien. En primer lugar es gratis, y lo otro es la comodidad del lugar, el servicio de cafetería, el agua es gratis. Si vas a un hotel todo tienes que consumirlo caro y aquí no, todo es a precio módico», explica Yanis, una usuaria del servicio.

Sin embargo, hay quienes dudan de las buenas intenciones tanto del artista como del gobierno que lo apoya.

«La pregunta no es si es bueno o no que haya wifi gratuito. Es muy bueno. La pregunta es por qué sólo K’cho puede hacerlo», asegura Moleiro.

«Te tienes que preguntar: ¿hasta donde está lo honesto en esto?», cuestiona Acosta.

Eduardo Ordaz
Eduardo pudo hablar con amigos y familiares con los que no se comunicaba hace tiempo.

Y es que la revolución no siempre ha mirado con buenos ojos a internet.

De hecho, tanto el gobierno de Fidel Castro como el de Raúl han ejercido un fuerte control sobre la red que ellos justifican por el limitado acceso que tienen a las telecomunicaciones, dado el embargo económico impuesto por EE.UU.

Según el Índice de Desarrollo de Tecnologías de la información y Comunicación de 2014, Cuba obtuvo el puesto 125 de 166, con un acceso a internet cercano a 3%.

«El internet sí es malo, es peligroso, es portador incontrolado de mucha maldad, manipulación, cosas horribles. Internet es muy malo, lo sabemos, pero tenemos que aprender a utilizarlo», asegura K’cho.

Y precisamente en utilizarlo es en lo que están los habaneros.

«Es una buena oportunidad para contactar con amigos y familiares con los que hace años no podías comunicarte por los problemas que hay aquí en el país de comunicación con el exterior», explica Eduardo, otro usuario.

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