Sabina, entre lágrimas de mármol y aplausos de oro ante dominicanos

Santo Domingo

Joaquín Sabina se perdió muchas veces en los pecaminosos 19 días y 500 noches que le ofreció el fantástico Caribe dominicano, en los que se extralimitó en parrandas, amantes, bares y copas. Pero esta vez regresó moderado, marcado con un 69 de vida, lágrimas de mármol y un post data que aún levanta los aplausos de oro de sus viejos y renovados amigos.

Alrededor de cuatro mil personas llegaron hasta el Palacio de los Deportes para venerar a esta leyenda viva de las noches perdidas y emblema de la canción de amaneceres.

«Buenas noches dominicanos y dominicanas. Es un enorme placer, un lujo, estar otra ve pisando tierras calientes y caribeñas. Uno lleva muchos años, más de los que ustedes creen, viniendo por acá, y siempre encuentro un grado alto de complicidad entre ustedes, muchas gracias», expresó.

Luego agregó: Hacía ocho años que nosotros no escribíamos ni grabábamos canciones nuevas, así que este año estamos felices y contentos de volver». Su decimoséptimo álbum de estudio, «Lo Niego todo», fue publicado hace justo un año y con esta producción comenzó una larga gira por España y América.

«Yo sé que ustedes no han venido a oír las nuevas, sino las viejas, pero como son tan cómplices y tan hospitalarios durante la primera parte nosotros vamos a pedir piedad, se van a joder y van a aguantarnos un puñado no muy grande de las nuevas y luego haremos todo lo que ustedes quieran», manifestó ante el aplauso de aceptación del soberano.

Sabina apareció justo a las 9:00 de la noche del miércoles y generó esa complicidad que pocos como él pueden lograr con un auditorio en el que muchos no necesariamente se sienten cómodos con el lugar escogido (“lo prefiero en el teatro”, dijeron algunos).

«Cuando era más joven» marca la bienvenida musical para trazar el concepto de cómo el tiempo, el antes y el después, juega en su discurso artístico y personal.

Los acordes de esa droga que lo mantiene vivo y rejuvenecido, llegaron a ritmo de “Lo niego todo”, que da también título a su más reciente disco (después de ocho años sin grabar) y a su gira, que terminó precisamente la noche del miércoles en la capital dominicana.

De su novedad musical también cantó “No tan de prisa”, “Sin penas ni gloria” y “Las noches de domingo acaban mal”, pero sin dudas la que le da el punto exacto de conexión es la rockera “Lágrimas de mármol”, con su coro: “Superviviente, sí, ¡maldita sea!, nunca me cansaré de celebrarlo…”

Sin embargo, es lógico que al entrar a interpretar sus clásicos la respuesta de los asistentes sería más expresiva

«Donde habita el olvido» abrió el túnel al pasado y desembocó en un éxtasis colectivo del Sabina que los presentes veneran.

Muchos dejaban ver sus emociones con los dardos envenados de nostalgia escogidos por Sabina: «Una canción para la Magdalena», “Peces de la ciudad”, «19 días y 500 noches “Por el bulevar de los sueños rotos”, “Princesa”, “Contigo”, “Y nos dieron las diez”.

Sabina nunca está solo en el escenario. Sus músicos, a los que considera su familia, siempre le hacen el juego y son parte de sus bromas y también protagonizan momentos estelares con interpretaciones en solitario.

Su inseparable guitarrista Pancho Verona, por ejemplo, capitanea solo el barco en «La del pirata cojo» y el notable pianista Antonio García lo hizo «A la orilla de la chimenea», mientras en «Y sin embargo te quiero» la formidable corista Mara Barros deja a todos con los ojos abiertos.

El cantautor español se mofa de su propia vida y destino. Y le saca risas a sus devotos. Contrario a los artistas que llegan, cantan y se van, él entable conversaciones de largos minutos y hasta amigos cercanos como Freddy Ginebra o Cuchi Elías salen a relucir.

Y como LISTÍN DIARIO es su medio de referencia tampoco se escapó a sus ocurrencias. En uno de los momentos contaba que un día su bajista le dijo que los indígenas en Quisqueya tenían una fiesta, tenian hijos, se casaban y los hombres se ponían faldas, a lo que preguntó -¿dónde lo leìste?, y respondió: «En el LISTÍN DIARIO».

El Palacio de los Deportes estuvo repleto en la parte de abajo, con un público conocedor que compró las boletas más caras, pero arriba era evidente el vacío de gran parte de los asientos disponibles. Tampoco necesita más para darlo todo y despedirse en un esperado hasta luego porque su gloriosa terquedad lo hará cantar en los escenarios  «hasta que me dé la gana», como diría él.

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